Un poco de historia...
Esta ciudad de origen celta ha conocido muchas eras
oscuras, unas veces se vio envuelta en las guerras feudales,
fue incendiada y arrasada por Carlos el Temerario en
1466, y otras veces en las guerras endémicas
entre Francia y España, siendo perjudicada por
la invasión de 1914. Más tarde, vivirá
las infatigables luchas entre los habitantes de Dinant
y los de una ciudad situada río abajo en la otra
orilla: Bouvignes. Era la época de las “dinanterías”...
En efecto, Bouvignes era en aquel momento (ss. XIV y
XV) una ciudad que trabajaba el cobre y competía
con Dinant. Los habitantes de Bouvignes construyeron
una torre en la orilla del río, a la que llamaron
Crèvecoeur (rompe corazones), insultando con
este nombre a los ciudadanos de Dinant. Estos, como
venganza, construyeron otra torre, alta y fuerte, a
la que llamaron Montorgeuil (Monte de orgullo).
No obstante, la economía de Dinant ha vivido
épocas de gloria: las dinanterías (el
cobre) eran muy apreciadas en la zona renana y en el
mercado londinense. El declive de esta industria a lo
largo del siglo XVIII deja paso a la curtiduría
y a la papelería, especializada en la fabricación
de barajas. Por entonces, aparecen las famosas “couques
de Dinant”. Desde finales del siglo XIX, la industria
turística y hostelera no ha dejado de desarrollarse
y, hoy en día, ocupa un lugar importante en la
economía local.
No olvidemos que la ciudad de los “copères”,
nombre que se les da a los habitantes de Dinant por
su fama trabajando el cobre (del neerlandés koper
o del inglés copper que significa cobre), nos
ofrece también otros sectores importantes.
Situada entre la orilla del río y la roca, la
ciudad de Dinant erige con orgullo el Ayuntamiento y
la Colegiata, con su campanario inflado. Mientras que
la “Citadelle”, fortaleza que domina el
conjunto de la ciudad, la construyen los holandeses
en 1821, sin que se llegue a utilizar jamás.
Tan sólo fue ocupada por los alemanes durante
la segunda guerra mundial y bombardeada por la artillería
americana en septiembre de 1944.
Aparte de la rica historia de Dinant, esta ciudad también
es conocida por sus historias paralelas: los cuentos
sobre los pueblos y sus habitantes. Historias, cuentos
y leyendas que se han ido transmitiendo de boca en boca
hasta nuestros tiempos.
La “Citadelle” de Dinant
La fortaleza está situada a 100 metros por encima
de la ciudad, la vista sobre el río Mosa desde
allí es vertiginosa. En el corazón de
las murallas, maniquíes de tamaño natural
dan vida a los episodios más importantes del
pasado europeo y belga. También se pueden visitar
los calabozos, las cocinas, las carrozas, el museo de
armas, los cañones y otras muchas cosas.
La colegiata Notre Dame de Dinant
Una iglesia típica de Dinant que merece ser visitada.
Esta iglesia tiene, a partir de 934, el rango de Colegiata.
Fue habilitada en el siglo XII, siguiendo la arquitectura
románica. En 1228, como consecuencia del trágico
desprendimiento de una parte de la roca, sufrió
graves daños y murieron 36 personas. La colegiata
se reconstruyó siguiendo el estilo gótico
típico del valle del Mosa. Más tarde,
se le añadió ese extraño campanario
con forma de bulbo que le da a Dinant una fisionomía
particular.
En el interior, destacan las pilas bautismales de 1472,
un atril de cobre de Dinant (1731) y una extraordinaria
vidriera situada en el crucero. Se trata de una de las
vidrieras más grandes de Europa, obra maestra
del maestro vidriero Ladon, en la que se hallan representadas
escenas bíblicas.
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